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La lucha es permanente

La lucha es permanente
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Incluso por sobre las mayorías se debe privilegiar el diálogo, pero la razón siempre debe estar por encima de todo. No permitas que tus egos o tus temores dominen las razones que tienes por tu objetivo pues se convertirán en tus peores enemigos.

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La lucha sindical es abierta, consciente, política, de calidad social, sin condicionantes, con análisis, con diálogo, con discusión, con debate, de puertas abiertas, y siempre sin violencia ni represión de ningún tipo.

sábado, 10 de julio de 2010

¿Congruencia o Fascismo de Estado?

La falta de análisis perma-nente, de los conceptos y for-mas de lucha, son el evidente deterioro de los logros obteni-dos y la perversión de los mismos. El olvido de la forma-ción político-sindical de las bases convierte a la lucha en insana y fútil.

Retomando palabras textuales del Profr. Raúl Morón: “En el Estado fascista…, el régimen político restringe cualquier tipo de libertad del ciudadano, manipula el pensamiento, judicializa la política, ideolo-giza a la moral en favor de los intereses del Estado mismo y sobre todo controla la acción social mediante el espionaje, la invasión de la privacidad, la intervención militar, el exceso de la fuerza pública y la restricción de derechos políticos, electorales, laborales o de organización social.”

Pareciera definir a muchos “lideres” o supuestos líderes democráticos que, escudados en el poder depositado en ellos de manera “democrática”, determinan el rumbo de la organización de manera fascista. Incluso el sometimiento es práctica común. Permiten la casi nula participación de las bases (en lugar de impulsarla), y después lo utilizan como de-fensa al reclamo que las mis-mas bases puedan hacer si las cosas no han funcionado.

Desde la definición del estado como: “el Conjunto de órganos de gobierno de un país sobera-no”, o en el régimen federal, “porción de territorio cuyos habitantes se rigen por leyes propias, aunque estén someti-dos en ciertos asuntos a las decisiones de un gobierno común”. Podríamos decir que el “estado” del que habla el Profr. Morón, se aplica neta-mente a cualesquiera que “asume detentar el poder” y no necesariamente a los entes de gobierno como “estado” mismo.

La congruencia en las filas ideológicas es fundamental. Incluso al mismo Profr. Morón, le fue cuestionada su congruencia o denunciada su “traición” al “movimiento” de la Sección XVIII, que en ese momento “lideraba” le Profr. Artemio Ortiz, por abandonar los ideales del Movimiento. Y debemos recordar las luchas férreas contra el charrismo sindical y contra la opresión del estado, cuando él iba al frente del Movimiento, incluso se le criticó por prenderle fuego a la puerta de Palacio de Gobierno en Michoacán.

Podemos mencionar, como anécdota, una asamblea esta-tal del área sindical, ya rota la relación entre la Sección XVIII “democrática” y los aliancistas. Estando en la conducción de los trabajos el mismo Profr. Morón, varios en la asamblea identificaron a compañeros que coincidían con los “Arte-mio’s”, denunciándoles como: “orejas”, e intentando expul-sarlos de la asamblea.

El Profr. Morón, realizando un llamado a la cordura, no solo impidió que se le expusiera o expulsara a dichos compa-ñeros, sino, contrario a ello, expreso: “las instancias que este Movimiento a creado son abiertas y no esconden nada, si alguien quiere ir, venir o llevar, o decir lo que piensa, está en su dere-cho y será escuchado”, ofreciéndole la palabra a quien era cuestionado en ese mo-mento.

Si eso no se considera con-gruencia ideológica o sumisión al Proyecto Político Sindical que el Movimiento enarbola, sería imposible definir lo con-trario. Claro que siendo parte del gobierno o del mismo sis-tema, no se espera que, ahora, entre a Palacio de Gobierno por la fuerza, cuando se en-cuentra en otra condición.

Si luchar, bajo consigan del Movimiento, por OCUPAR todos los espacios de gobierno no es real, debería exponerse, o tiene que ser: “yo, que soy el dueño del Movimiento, decido quien ocupa y quien no, dicho espacio de gobierno”; entonces retrocedemos al sistema fascis-ta y monárquico dedal del PRI, que duró 70 años.

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